En este Día Internacional de la Mujer, quiero tomarme un momento para reflexionar sobre lo que he vivido profesionalmente desde este punto de vista.
Desde que partí trabajando en Estados Unidos, en Ladeco, hasta el día de hoy como Directora de Lukkap, he sido testigo de cómo ha cambiado para bien, todo lo relacionado a equidad de género (y a mínimo respeto hay que decirlo) pero también soy testigo directo de los obstáculos que aún enfrentamos.
Cuando comencé mi carrera, era común enfrentarse al machismo de manera directa y evidente. Habían chistes de doble sentido en las reuniones por ejemplo. Encontrar una mujer en un cargo alto era una novedad y creo que todos (incluidas las mujeres) sospechábamos de las que ascendían.
Gracias a las mismas mujeres y a organizaciones como Comunidad Mujer, Mujeres empresarias, MAD, entre otras, las cosas han cambiado desde entonces, pero aún persisten desafíos que merecen nuestra atención y acción.
Uno de los aspectos más concretos que hemos identificado es la presencia de «micromachismos» en el entorno laboral. Estos gestos y actitudes sutiles pueden pasar desapercibidos, pero tienen un impacto profundo en la percepción y desarrollo de las mujeres en el trabajo. Identificar y abordar estos micromachismos es fundamental para garantizar un ambiente laboral inclusivo y equitativo para todos. Cosas como «el marido tiene una súper buena pega, no le hace tanta falta ganar más» son comunes.
Hemos logrado avanzar hacia roles de liderazgo que reflejan un cambio positivo en la mentalidad de las empresas y la sociedad en general, pero debemos ser conscientes de que todavía hay mucho por hacer para asegurar que estas oportunidades sean accesibles para todas las mujeres. La Sororidad no puede ser solo una palabra bonita, si no que las mujeres podemos hacer algo concreto por el futuro de hijas, hijos, nietas y nietos, porque la equidad en este tema nos beneficia a todos.
En el ámbito familiar, también observamos un cambio en los roles de género. Los maridos modernos de mis amigas eran los que «ayudaban» y hoy en cambio, se comparten las tareas domésticas y familiares. Eso es concreto. Sin embargo, es importante estar atentos a posibles retrocesos y asegurarnos de mantener un equilibrio que promueva la igualdad de género para que cada uno pueda desarrollar su máximo potencial en temas familiares, emocionales y laborales. Esto no es por las mujeres, es para construir una mejor sociedad.
Un aspecto clave que es básicamente el «desde» es la importancia del cuidado infantil y su impacto en la participación de las mujeres en el mercado laboral. La falta de acceso a servicios de cuidado infantil, como sala cuna, sigue siendo la peor barrera para muchas mujeres que quieren trabajar fuera de sus casas. Es fundamental desarrollar la red de sala cunas, que permita a todas las mujeres acceder al mercado laboral sin obstáculos.
En conclusión, celebremos el progreso que hemos logrado en materia de equidad de género, pero mantengamos el impulso hacia adelante. Sigamos trabajando juntos para crear un mundo laboral donde todas las personas, independientemente de su género, tengan igualdad de oportunidades para crecer, prosperar y contribuir plenamente a la sociedad.
Carla Fuenzalida – Directora de Lukkap Chile