La rapidez de los cambios exige que las empresas vayan en busca de la innovación constante; y a la vez, se espera que las personas se adapten, se empoderen y busquen aquello que realmente les apasiona y hacen bien.
Atrás quedaron los días donde lo más importante de un trabajo era conservarlo. Esto suponía que las empresas eran entes estáticos, y sus obedientes trabajadores estaban cómodos y seguros en un trabajo que duraría, idealmente, para toda la vida.
Pero esa aparente comodidad también tenía sus bemoles: los trabajos se volvían rutinarios, intrascendentes y había un constante temor al futuro (¿¡y si me echan?!).
Hoy los mercados están lejos de ese escenario. La rapidez de los cambios exige que las empresas vayan en busca de la innovación constante; y a la vez, se espera que las personas se adapten, se empoderen y busquen aquello que realmente les apasiona y hacen bien.
¡Y es aquí donde debemos poner nuestro ojo! Aquí, los trabajadores deben tomar la iniciativa para desarrollar y aumentar la empleabilidad. Claro, en este escenario aumenta la incertidumbre -porque se exigirá de nosotros cosas que quizá no sabemos- pero ganamos empoderamiento, ganamos una motivación intrínseca y bienestar emocional. ¡Es aquí donde queremos estar!
Entonces, ¿cómo desarrollo mi empleabilidad?
Lo más importante antes de empezar es entender cuál es nuestra posición actual. Y para ello, tenemos que resolver estas preguntas:
- ¿Qué tan relevante es mi formación para las empresas? La pregunta nos sirve para tener un punto de partida… Lo que estudié, ¿agrega valor hoy? ¿Qué puedo agregar a mi formación?
- ¿Qué tan interesante es mi experiencia para el mercado? ¿Cuántas cosas he sabido resolver en cargos anteriores? ¿Cuántos espacios he recorrido en mi vida laboral?
- Mi empleabilidad actual ¿es la misma que la de años atrás? ¿Aprendí o desarrollé alguna habilidad en los últimos años o me “quedé quieto”? Si me moví poco, mi empleabilidad es baja, porque no tengo mucho que ofrecer a una empresa que está constantemente evolucionando y que, por lo tanto, necesita más.
- ¿Puedo hacer algo para mejorar mi empleabilidad? ¡Siempre se pueden hacer cosas! Hacia dónde es la pregunta.
El segundo paso es analizar mi situación actual en torno a lo que busca hoy el mercado:
¿En qué tipo y nivel de cargos he estado? ¿En jefaturas y gerencias? ¿o en cargos más operativos o profesionales? Hoy, la exigencia de los cargos ha cambiado. No son necesariamente más, pero sí otras. Quizá, para el mismo cargo, se requieren más habilidades tecnológicas, o habilidades para trabajar en equipo, por ejemplo.
Por otro lado, según la edad y tipo de cargos en los que he estado, el mercado va a “interpretar” que hay un cierto nivel de desarrollo de mi vida laboral. Por ejemplo, entre los 25 y 35, el mercado entiende que estás en una etapa de aprendizaje. De 35 a 45, estás en etapa de crecimiento, de 45 a 55, estás en etapa de consolidación, y de 55 a 65, estás en etapa de integración.
¿Y cómo sé cómo me evalúa el mercado?
Los mercados tienen ciertos criterios importantes que tenemos que tener en cuenta para una autoevaluación:
- El grado de madurez. El mercado valora la experiencia a veces más que la formación inicial. Porque en cierta medida, la formación se consolida con la experiencia.
- El rango: es la amplitud que tenemos para manejar distintos escenarios, es la diversidad de situaciones que hemos podido resolver. Este análisis permite capitalizar y elaborar la dimensión de nuestra historia laboral.
- La especialidad: se refiere a las competencias técnicas que hemos adquirido a lo largo de los distintos cargos o trabajos. ¿En qué puedes definir tu expertise? ¿dónde está tu especialidad?
- Las relaciones o vínculos: la empresa requiere que las personas pongan lo mejor de sí mismas para subir el valor de lo que hacemos. Gran parte de lo que hacemos tiene que ver con relaciones e interacciones humanas, por lo que esto es un criterio que adquiere mucha importancia: ¿Cómo me relaciono con los demás? ¿Sé trabajar en equipo?
La adaptación, un cambio de mentalidad
Para poder ser visto y elegido como una propuesta de valor interesante, tenemos que aprender a adaptarnos Si no cambiamos de mentalidad, nos estaremos preparando para una búsqueda laboral sin una meta real, simplemente porque no seremos el perfil que se busca.
Entonces, si tienes experiencia en algo, consolídala. Si has desarrollado una habilidad en particular, saca de ella su máxima expresión y conviértela en tu propuesta de valor. ¡Es tu oferta al mercado!
¡Empodérate! Conviértete en el gestor de tu propio futuro
Recuerda que eres el protagonista de tu vida. Si tú no te haces cargo de tu propia búsqueda y desarrollo, no esperes que los demás lo hagan por ti. Y para ello, es clave incorporar un método.
¿Qué recomendamos? La larga experiencia en Lukkap nos ha demostrado que cuando este proceso se vive acompañado, los resultados son mucho mejores, porque ayudan a visibilizar caminos, conceptos y métodos para aumentar tu empleabilidad.
El próximo paso es prepararte: revisa y edita tu CV y tu perfil de LinkedIn; prepara tu propuesta de valor; desarrolla una estrategia de networking, entre otros.
¿Quieres que te ayudemos a preparar tu próximo desafío laboral? ¡Pincha aquí!
Andrés Jara, Socio Director de Outplacement de Lukkap Chile